Además, manifiestan que los problemas oftalmológicos también se extienden a los fumadores pasivos, que en locales en los que existe una alta concentración de humo pueden sufrir lagrimeo e irritaciones.
"Está científicamente demostrado que fumar acelera el envejecimiento celular y agrava las enfermedades que surgen con el paso de los años, como las cataratas, el glaucoma crónico simple y la degeneración macular asociada a la edad (DMAE)", señala el doctor Rafael Bilbao.
El tabaco está relacionado con una mayor incidencia o una peor evolución clínica de otras enfermedades oculares muy frecuentes, como la retinopatía diabética y las demás enfermedades vasculares de la retina, diversas neuropatías ópticas, las uveítis o la enfermedad ocular tiroidea.
Por tanto, "dejar de fumar y evitar la exposición continuada al humo del tabaco contribuyen, sin duda, a mejorar nuestra salud al disminuir la morbilidad de estas enfermedades oculares", añade Bilbao
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